domingo, 3 de abril de 2011

El mejor traductor 1: "Conscientemente competente"

http://www.tradux.es/

Un traductor no deja de aprender nunca.


La variedad de temas y un cambio siempre frenético en el desarrollo tecnológico le obligan a una consulta permanente. El traductor nunca puede estar confiado: todos los días surgen retos nuevos, una palabra que no conocía, un giro que no está seguro de cómo traducir. Traductores con 40 años de experiencia me han transmitido su inseguridad, la necesidad que tienen de confirmar un término en el diccionario. Siempre son los mejores los que dudan.


Un traductor acomodado y seguro de su infalibilidad es un mal traductor. Para explicarlo, utilizaremos una vieja herramienta de la psicología industrial: la "teoría del conscientemente competente".


Todos pasamos por distintas fases:


  • 1. "Inconscientemente incompetente". Desconozco si existen naves extraterrestres, y, por tanto, soy inconsciente de su existencia y, lógicamente, incompetente para pilotarlas.


  • 2. "Conscientemente incompetente". Sí soy consciente de la existencia de helicópteros, y tengo la completa seguridad de que no soy capaz de pilotarlos. Soy conscientemente incompetente.


  • 3. "Conscientemente competente". Cuando aprobé el examen de conducir, respetaba escrupulosamente los límites de velocidad, los pasos de cebra y el resto de las indicaciones; era consciente en todo momento de lo que hacía, poniendo todos mis sentidos en la conducción. Cumpliendo las normas.


  • 4. "Inconscientemente competente". Después de 22 años, a menudo conduzco sin ser consciente de lo que hago, distraído, pensando en otras cosas. Son muchos años haciendo lo mismo, y tengo ritualizados gestos y manías. Me considero un conductor experimentado, competente, seguro de mí mismo, con cientos de miles de kilómetros recorridos. Pero mi conducta en la conducción es inconsciente, intuitiva.


La mayoría de los accidentes tienen que ver con esta cuarta fase. Exceso de velocidad, adelantamientos indebidos, distracciones al volante... son resultado de un exceso de relajación.


Con los años los traductores ganan confianza, experiencia, se sienten más seguros; pero normalmente las traducciones son diferentes, son distintos temas, otros clientes y destinatarios. Una actitud inconscientemente competente es arriesgada, y conduce al error antes o después. Los traductores trabajan para ganarse la vida, y a menudo sufren la presión de unas fechas de entrega cortísimas. Se comprometen a realizar un elevado número de palabras gracias a una experiencia acumulada durante años, que les permite traducir más deprisa. Pero, al igual que sucede con la conducción, la prisa conlleva riesgos.


Todo traductor debe partir de la base de que no es posible dominar todos los temas, de que la consulta a diccionarios o internet es un requisito imprescindible y, por supuesto, debe reservar un tiempo a la revisión de su trabajo. Toda traducción esconde una trampa, y conviene estar atentos.


Pondré un ejemplo sencillo: es preciso traducir del inglés el expediente pericial del accidente sufrido por un buque en la maniobra de atraque. Hubo daños en el propio buque y en la carga. El traductor se enfrenta a un léxico jurídico y mercantil muy técnico, con palabras como "fletamento", "conocimiento de embarque", "incoterms", etc.


Como no es su especialidad, el traductor procura documentarse sobre lo que significa unas "condiciones FOB" o el que se emita el "ETA", y le dedica mucho tiempo; pero en la traducción pasa de largo por un término en apariencia sencillo y menor: "pilot". Lo traduce como "piloto" o, en su caso, como timonel.


En realidad, en derecho marítimo la palabra "pilot" significa "práctico"; es decir, define al profesional encargado de dirigir la maniobra de atraque dentro del puerto. Es un experto que el propio puerto designa para, con el permiso expreso del capitán, dar las órdenes pertinentes que aseguren una navegación en puerto segura. Dirige, en definitiva, toda la maniobra hasta el amarre.


Hay una cuestión de técnica jurídica que el traductor no está obligado a conocer, pero que tiene relevancia en este caso. El práctico da las órdenes durante la maniobra de aproximación y atraque del buque, y por tanto lo más probable es que el accidente se deba a una negligencia suya. Pero no forma parte de la tripulación, no es el timonel, como en principio se tradujo y, por tanto, el capitán y su armador quedarían exonerados de responsabilidad por lo acontecido.


En realidad, esto no es así. El capitán siempre es el responsable de lo que sucede. El práctico, a efectos de responsabilidad, sólo asesora. El fletador o el propietario del casco deberán actuar entonces contra el capitán y su armador. Posteriormente, éstos podrán repetir contra el práctico por una actuación negligente.


Todo este entramado jurídico de responsabilidades e indemnizaciones dependen, entonces, de como se traduzca la palabra "pilot".


En la siguiente traducción habrá peces cuya denominación dependa del país al que van destinados, o incluso del caladero del que se han extraído; en otra, las formas societarias no tendrán una correspondencia clara entre distintos ordenamientos jurídicos, o habrá una patente de una técnica novedosa repleta de términos intraducibles. En definitiva, el traductor se verá siempre desbordado por múltiples señales de tráfico a las que deberá estar atento; y si se vuelve confiado, inconscientemente competente, caerá en la trampa.




Antonio Carrillo Tundidor

9 comentarios:

  1. Gracias por compartir esto, Antonio. Me parece que es muy cierto y muy útil. Yo dejé de traducir durante algunos años y ahora estoy volviendo a las traducciones. Y una de las cosas que más me sorprende es cómo se ha informatizado todo.

    Saludos desde Buenos Aires.

    Gabriela Rosso

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  2. Y lo cierto, Gabriela, es que no creas que se traduce mejor, ni más, con tanto aparataje informático.

    Te voy a dar un dato: hace 20 años, cuando se escribía a máquina, mi padre traducía una media de 600.000 palabras al mes. En los 80 batió un récord traduciendo más de 800.000 palabras. Tienes más información en el apartado de historia de Tradux.

    ¡Y las traducciones eran técnicas, comerciales o jurídicas!

    Por supuesto que es un caso excepcional. Pero ojo... cuidado con los programas, que en ocasiones generan problemas y demasiada confianza.

    Suerte en esta nueva etapa. Si te interesa, contacta co nosotros y mándanos tu currículum

    Antonio

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  3. Antonio, me parece una entrada acertadísima y estoy totalmente de acuerdo contigo. Además me ha resultado muy interesante por el ejemplo que has dado. En primer lugar, porque achacas el error a la confianza que genera la experiencia, algo a tener en cuenta pues yo había detectado este tipo de errores en traductores sin demasiadas tablas en las temáticas que están traduciendo y está nueva perspectiva me parece muy interesante. Y, en segundo lugar, porque pones de manifiesto uno de los problemas que he detectado y que he llamado "terminología oculta". No sé si tienes intención de acudir al simposio RITerm, yo lo haré con la ponencia: "Lenguajes técnicos. Terminología oculta y jerga gremiales", muy en la línea del ejemplo que das. Me gustaría saber si iras porque me gustaría conocerte en persona, pero además me gustaría pedirte permiso para hacer referencia a esta entrada y animarte a que cotillees el blog protectproject.wordpress.com y que nos digas si te gustaría colaborar con nosotros con alguna entrada lo que consideres oportuno.
    Saludos,
    Amaia Gómez

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    1. Estimada Amaia

      En estos momentos me encuentro en el extranjero, pero estaré encantado de enviarte un texto por si crees oportuno incluírlo en el blog.
      Mi trabajo es de libre uso y acceso, por lo que puedes citarlo y utilizarlo a tu conveniencia.

      Para contactar, ¿podrías enviarme un mensaje a antonio.carrillo@tradux.es?
      Un saludo

      Antonio

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    2. Hola Amaia

      No me has contestado. ¿Sobre qué quieres que escriba?

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    3. Siento la tardanza, Antonio, no me he olvidado de ti NI MUCHO MENOS (aunque no lo parezca) así que ya mismo me pongo en contacto :)
      Un abrazo,
      amaia

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  4. Hola Antonio, excelente comentario!.
    Soy traductora técnico-científica y además piloto de planeador, y la analogía que hago es parecida a la que hacés con respecto al manejo de un auto, hay una lista de chequeo de vuelo que no nos podemos pasar por alto por más presionados que estemos con los tiempos de entrega, porque el más mínimo detalle puede llevarnos a un accidente y muchas veces las palabras más comunes son las más "tramposas" a la hora de traducirlas en un contexto específico.
    Saludos desde Mar del Plata Argentina

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  5. Me resulta muy interesante la anécdota que cuentas de tu padre. Yo también empecé a traducir en máquina de escribir. De hecho, traducía a mano (en lápiz) y luego pasaba a máquina. Cuando el tiempo apremiaba, dictaba las traducciones. Hoy todavía lo hago cuando el tema lo permite. Yo también dejé de traducir durante unos años, pero he vuelto porque me apasiona. Y encuentro que la tecnología hace traductores robóticos. Sí, tienes mucha razón: inconscientemente competentes. De hecho, cuando uso eso "aparatejos" me demoro mucho más en editar y corregir el trabajo.
    Me dio mucho gusto leerte. Saludos desde Ecuador.

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