martes, 11 de diciembre de 2012

LA VIDA OCULTA





 Por una vez, el texto no es mío ¡Qué más quisiera!

Es de mi amigo Antonio Téllez.

Gracias, Antonio.


Hay una idea que me ronda desde hace tiempo. Tiene varias caras y todas ellas podrían considerarse cuando menos sugerentes, tal vez inquietantes.

Surgió a raíz de un curioso fenómeno que experimentó mi padre como consecuencia de la fuerte medicación que se veía obligado a tomar para paliar los efectos del Parkinson que le había sido diagnosticado unos años antes. Esa medicación podía provocarle cierto tipo de alucinaciones, especialmente contemplar objetos o personas que no se encontraban frente a él, cuya existencia sólo se generaba en su cerebro medicado.

La primera vez que tuve conocimiento de ello fue una de las tardes que iba a visitarlo. Al llegar, y justo después de que nos besáramos, me dijo: “Sé que no es cierto pero acabo de verte aquí, frente a mí, en este salón”. Aquello me resultó curioso y, a pesar de que no volvimos a mencionar el asunto, a mí me dejó un extraño rastro, me asaltaron pensamientos que, en contra de lo que pudiera parecer, nada tenían que ver con la naturaleza de la alucinación sino con su propio significado y (de pronto descubrí que eso era lo que me perturbaba) su integración natural en el resto de acontecimientos “reales” que habían formado parte de aquella jornada de la vida de mi padre.

¿Acaso era más real cualquier imagen contemplada con la desgana habitual en la televisión que aquella representación de mi cuerpo en el salón?, ¿o el rumor ininteligible de un aparato de radio?, ¿o tal vez cualquier otro pensamiento, desde la más complicada reflexión intelectual a la ensoñación más delirante?. Para mi padre, durante la fracción de segundo que tardaba la desconfianza en poner en duda la visión inmediata, mi imagen era tan real como la que, minutos después, polemizaba con él, con el apasionamiento propio de nuestras discusiones, casi siempre de contenido político.

Una cosa me llevó a otra y, ya de vuelta en casa, me vi reflexionando acerca de todos los momentos en los que nuestras vidas se desarrollan en realidad en las vidas de otros. Son esos momentos en los que los demás nos piensan, nos sueñan, cuando formamos parte del recuerdo de otra persona, protagonistas de un suceso en el que participamos pero que, tal vez, nosotros ya ni siquiera recordemos. Y lo curioso es que tales pensamientos, sueños o recuerdos pueden llegar a ser extraordinariamente intensos para aquellos que los experimentan, sin que en la inmensa mayoría de los casos seamos nunca conscientes de ello.

Desde entonces esa idea, esa sensación de que existe una parte de la vida de cada uno de nosotros que se nos hurta, que permanece generalmente oculta a nuestro conocimiento, vuelve a manifestarse con cierta insistencia . Y cuando tomo conciencia de ser yo el sujeto de la vida oculta de otros, tras someter el suceso a un mínimo test de dolor y de oportunidad, como si de un regalo se tratase decido revelar esos momentos y me escucho decir: Anoche soñé contigo. He estado pensando en ti esta mañana. O Ayer me acordé de cuando nosotros….

Antonio Téllez

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